Un invernadero urbano que respira calma, donde el tiempo parece detenerse y cada detalle invita a quedarse un poco más. Este espacio fue creado para algo más que decorar: fue pensado para sentir.

Este proyecto de interiorismo transforma un invernadero urbano en un oasis íntimo y sofisticado, diseñado para albergar cenas inolvidables. El espacio, bañado por luz natural durante el día y envuelto en una atmósfera cálida al caer la noche, gira en torno a una mesa central de hierro rodeada de sillas que recuerda a una larga sobremesa mediterránea.